Primeros AñosDesde su nacimiento en la ciudad de Chillán, el 20 de agosto de 1778, Bernardo tuvo que enfrentar la difícil situación de ser hijo de un padre ausente, a pesar de que nunca lo abandonó. Fue así que por orden de don Ambrosio, el joven Bernardo recibió su primera instrucción en un colegio de Chillán; luego fue enviado a Lima (Perú) y, posteriormente, a Europa; primero en Cádiz (España) y después en Londres (Inglaterra), donde completó su educación en exigentes colegios, en los que estudiaron destacadas personalidades, recibiendo una temprana formación para un joven de su edad y de su época. A los 20 años ya había vivido en diversos países, atravesado el Atlántico y conocía distintas culturas. Regreso a la PatriaTras pasar varios años lejos de su tierra, Bernardo intentó volver a Chile, hecho que estuvo lleno de problemas, especialmente, si se considera que España e Inglaterra mantenían una guerra. Esta situación retrasó el viaje, aunque en 1802, logra su cometido. Un año antes, su padre había muerto, heredándole la hacienda “San José de las Canteras”, donde Bernardo se desarrolló plenamente, gustando mucho de esta vida, especialmente de la cría de caballares. El LibertadorEn 1810, Bernardo se incorporó al Ejército Patriota con el grado de Teniente Coronel de Milicias. Tras la batalla de “El Roble” logra relevancia y, en noviembre de ese año, consigue ser nombrado Jefe del Ejército Patriota, en reemplazo de José Miguel Carrera Verdugo. Participó en las batallas y posteriores negociaciones con el Brigadier español Gabino Gaínza, como también en la batalla de Rancagua. En Mendoza, junto con José de San Martín, se dedicó a preparar el Ejército de los Andes, con el cual se liberó a Chile en Chacabuco, en 1817, y en la Batalla de Maipú, en 1818. Últimos AñosLuego de la consolidación de la Independencia, Bernardo O’Higgins, con el cargo de Director Supremo, se dedicó a la organización del Estado a través de diversas acciones, situación que generó algunas molestias entre la aristocracia. Este hecho deterioró su base de apoyo por lo que decidió abdicar en 1823, para evitar una guerra civil, pasando a un período de exilio en Lima, donde el estado peruano le otorgó la Hacienda de Montalván y Cuiba, en la que pasó sus últimos días, siempre pendiente de lo que acontecía en Chile. En 1842, el General Manuel Bulnes, le autoriza a regresar a su tierra, no obstante la muerte le sorprende mientras preparaba el viaje.
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